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Sueños alcanzables

El viajero

10 Abril 2014 , Escrito por Saldía Roxana

"En un momento vas a ver, que ya es la hora de volver": esas descoloridas y mohínas palabras, formaban una melancólica oración para el viajero naciente.

Se encontraba ahora en la plaza roja, en Moscú.Sus cortos , pero lamentosos treinta años de vida lo habían llevado a un inquietante pensamiento;¿Adonde es casa?-Se pregunta con miedo aquel flacuchento nómada sin ningún objetivo en la vida.

Era una persona libre, sin compromisos, y si de amor se hablaba, para él y su pesada mochila con mediocres pilchas adentro, el amor era algo universal; sin negaciones, sin limites, ni restricciones, sin esa cosa enfermiza de fidelidad o infidelidad(que no debería existir en el mundo, porque son estructuras-según el- creadas para guiar a la gente a papeles oscuros que no hablan del verdadero amor entre las personas).

Despertó en una alcoba con un colchón húmedo tendido por unas sabanas color verde manzana definitivamente sórdidas. Estiró sus pies al levantarse, dobló e hizo sonar sus dedos que se hacían pan, caminó hacia un mueble añejo, que contenía una taza y un plato de porcelana blanca, catorce copas oblongas, y catorce más vasos de vidrio totalmente diferentes a las copas. Todo lo demás, eran botellas elegantes de vino, otras de whisky escocés, preferentemente, de Chivas Regal. Tomó un vaso para whisky, se sirvió un poco, y comenzó su nueva mañana mirando el asombroso alba vasco. Tomó su mochila y se largó de esa vulgar habitación de motel. Caminaba y miraba aquellos ligustros húmedos que se presentaban en su camino, cuando de repente, miró a través de una vidriera y conoció a uno de los amores de su vida. Era un pequeño teclado,muy viejo, adulto, pero con un magnifico sonido,que se daba cuando las manos tocaban aquellas seis diminutivas octavas.

Se fueron conociendo, poco a poco, él y ese pequeño instrumento, era algo como por naturalidad que se querían mutuamente, aunque a veces la frustración le ganaba al joven viajero. A cada lugar que el joven recorría,religiosamente, iba a uno de los bares del lugar por conocer;siempre los transeúntes eran los mismos, solamente que el pueblo era diferente, pero siempre estaban allí esperándolo: el joven barman, de buena apariencia, buen mozo, con una simpatía que resplandecía su cara, la encantadora joven rubia, de pestañas largas y un pelo totalmente lacio, aunque a veces se notaba el rebelde rulo que no se dejaba reprimir por el tórrido calor de la plachita de pelo. La gente sentada en mesas de madera negras, con un florero como centro de mesa o "adorno" en el medio, o a veces había velas rojas. Pero al fin y al cabo, no era nada nuevo, todo era lo mismo, hasta que un día se subió a un escenario parvo en donde acomodó sus seis octavas , lo conectó a un amplificador y luego hizo lo mismo con el micrófono. Atrás de el se encontraban dos hombres, un contrabajista de largo pelo negro y uno de ojos color verde con una guitarra de seis cuerdas, una electro-acústica de tonos oscuros. Entre los tres se miraron como si se conocieran de toda la vida, y el rudo hombre del contrabajo le preguntó al viajero:

"¿Zapamos en La menor?"

"Sí, sería un placer"- Respondió con ganas el viajero.

Y fueron inseparables por cinco largos años. Viajaron por muchos lugares, presentando aquellas improvisaciones de blues en infinitos bares. hasta que un día el guitarrista se vio obligado a hablar. Según decía:

"Con todo respeto y disgusto,debo decirles muchachos, que mi carrera con uds ha llegado hasta aquí. Me he estado cuestionando ciertas dudas que recorren mis pensamientos. Lamentablemente, ya no me siento más complacido por la primer guitarra,y aquellos ritmos de blues que salen espontáneamente de mis manos. Mi condenada felicidad se ve obligada a quedarme con uds, y eso para mí, no es felicidad."

El joven de ojos verdes tomo su guitarra y se retiró por la puerta. Sin embargo, el viajero y el contrabajista siguieron, con tristeza, pero siguieron así por dos años más.

Era una noche de bruma, bajo el escaso pueblo de Flugeluxem, y dieron su último concierto de blues.

"Ya sabes mi querido amigo, he querido hablarte hace un largo rato sobre algo, pero no he encontrado momento ni palabras para dicho momento. Desde que el joven de ojos verdes se ha ido, esto no ha sido lo mismo, y lo sabes, nos hemos estado mintiendo a nosotros mismo diciendo que lo que hacemos es correcto y que somos felices. Pero más bien me siento irrisorio de mi mismo por esto, me veo atrapado en una agria infelicidad, de la que me resulta muy difícil salir. No me disculpo, nada de esto es en vano, algún dia fui feliz, solo que no lo recuerdo, iré a buscar ese recuerdo"

Se ató sus largos y duros cabellos negros y salió por la puerta. El viajero no los volvió a ver.

Fue,entonces, cuando luego de dos semanas, abrió sus ojos luego de pestañear, y se encontró en la plaza Roja. La atravesó y se dirigió a su típico aposento de alquiler.Entró, como siempre, nadie lo esperaba; abrió la estantería, encontró aquellas catorce botellas de Chivas Regal, bebió seis de sus preciadas botellas de whisky escocés y comprendió que no tenía un hogar; toda la vida conociendo aquellos hermosos y fantásticos lugares paradisíacos, probando esas exquisitas comidas afrodisíacas, bebiendo por las sombrías noches esos lujosos whiskys con mujeres bellas y elegantes, en aquellos vulgares aposentos,esos siete años de blues improvisando habían sido en vano, no había encontrado felicidad ni paz en su insensible alma, en cambio sus dos compañeros de escenarios,sí habían encontrado-o al menos eso quería pretender-.

Quería dormir.

Con desdén, el joven viajero terminó sus catorce favoritas bebidas, y consiguió el pacifico sueño, pero nunca despertó.

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